jueves, 13 de septiembre de 2007

EL AMOR A LOS ENEMIGOS

EL AMOR A LOS ENEMIGOS

Mateo 5: 43-48 - "Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen, para que seas hijo de vuestro Padre que está en los cielos, que hace que Su sol salga sobre malos y buenos, y llueva sobre justos e injustos. Porque si amareis a los que os aman ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen también lo mismo los publicanos? Y si abrazareis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen también así los gentiles? Sed pues vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto"

--------------------


En las enseñanzas del Evangelio tenemos el más elevado requerimiento posible: "Amar a nuestros enemigos". Desafortunadamente, durante los dos mil años de historia cristiana, hemos visto pocas veces la puesta en práctica de este sublime mandamiento de Jesucristo. El Cristianismo que debería ser la religión del amor y del perdón se transformó por desgracia en ciertas ocasiones en una justificación para quemar herejes, para iniciar cruzadas, persecuciones, inquisiciones, guerras de fe, divisiones e intolerancia.

Como sabemos, el problema no radica en las enseñanzas en sí, sino más bien en la inmadurez, ignorancia y maldad de las personas que las interpretan y las tergiversan con sus mezquinas intenciones y con su práctica. Pero, a pesar de esto, existe también un profundo misterio teológico sin resolver que dificultaba poner en práctica esta desafiante y divina enseñanza de "amar a nuestros enemigos", y eso debido a que:

En las propias Escrituras Sagradas y en la tradición cristiana se podían percibir a un Dios que no ama ni perdona a su propio enemigo: Satanás. Satanás aparece como un formidable y temeroso enemigo, algo misterioso y desconocido, un enemigo imperdonable. Por lo tanto, había un amplio margen para malinterpretar y tergiversar este insondable misterio del mal. Por esa razón era lógico también que hubiese un amplio margen para justificar las acciones en contra del mal. El fin justificaba los medios. Se justificaba perseguir, matar o destruir a cualquiera, si previamente se demostraba que tal persona estaba relacionada con tal poderosa fuerza del mal, que hacía el trabajo del diablo y se probaba que no era más que un “instrumento de Satanás”.

Por supuesto era necesario todo un procedimiento o proceso, fuese éste formal, legal o simplemente calumnioso, para primero des-humanizar y endemoniar a tales personas antes de despojarlas de su dignidad y derechos para luego hacerlas víctimas de todo tipo de atrocidades y crueldades realizadas invocando el nombre de Dios o de la “verdadera” religión. Aquí, obviamente, no nos referimos a perversos delincuentes o criminales que, independientemente de sus ideas o creencias, violaban los más elementales códigos de conducta, y que por consiguiente merecían recibir su justa condena y castigo. Nos referimos a esas personas que pensaban, escribían y expresaban ideas o conceptos que desafiaban los dogmas establecidos. Para des-humanizarlos había que primero descalificarlos, marcarlos y condenarlos como herejes, apóstatas, blasfemos o simplemente “enemigos de Dios” o “instrumentos de Satanás”.

En la actualidad, este argumento o excusa no debería ser aceptable, ni válido. Ahora, gracias al conocimiento del Principio, con la revelación de lo que ocurrió en los albores de la historia humana, podemos finalmente identificar al mal y a Satanás. (Ver blog: http://origen-del-mal.blogspot.com/index.html ) Para saber ¿Quién es? ¿Qué hizo? ¿Por qué lo hizo? ¿Cómo actúa, y cómo vencerlo? Hoy conocemos la identidad oculta detrás de ese misterioso Satanás, de ese arcángel caído y de la enorme traición cometida por Lucifer contra el Ideal del Amor. Reconocer cómo opera, detectar sus métodos, y lo que es más relevante, saber cómo superarlo y vencerlo, primero en nosotros mismos para luego ayudar a otros ser victoriosos.

Es una señal de debilidad e inmadurez atacar a otros personalmente. Denota una falta o deficiencia en nuestro corazón paternal. “Si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, encontraríamos en cada uno de ellos una vida de dolor y sufrimiento tan grande que desarmaría toda nuestra hostilidad” nos dice Henry Wadsworth Longfellow.

Tenemos que luchar, confrontar y oponernos al mal sin vacilación, yo diría que hasta odiarlo, repudiando los vicios y el pecado, pero siempre y sin excepción, debemos respetar y amar incondicionalmente a la persona que comete esos actos malos. Debemos aborrecer los vicios, y no a las personas. Odiar el pecado, pero amar al pecador. Con tal actitud y corazón es como podremos cumplir el mandamiento de "amar a los enemigos"

Este ha sido el principio y la metodología de Dios para recuperar el mundo del mal y lograr la reconciliación. Jesucristo no solamente lo enseñó, más importante lo practicó. Es de esta forma como se resuelve ese problema teológico acerca del mal y de cómo vencerlo.

El Rev. Sun Myung Moon lo expresa de esta forma:

“Satanás afirma, dirigiéndose a Dios: yo me convertí en un ser de maldad como resultado de la Caída; sin embargo, Ud. y la gente buena no pueden utilizar métodos similares a los que yo he practicado, ¿o sí? A mí me gustaría pelear, pero Ud. no esta supuesto a disfrutar de la lucha. Incluso en los peores momentos, Usted debe contenerse, ¿no es así como lo hace?

Sin importar cuantos problemas Satanás pueda causar, Dios no puede castigarlo ni erradicarlo. Independientemente de las circunstancias Dios ama a Satanás, a pesar de odiar sus malas acciones. Dios puede obtener la victoria completa sólo cuando Satanás confiese: Oh Dios, eres realmente Dios y yo me rindo ante Ud. Este es el problema, Dios se encuentra atado a Satanás porque no puede dejar de amarlo.

Como el camino regido por los principios de la providencia de la restauración del mal, incluyendo a Satanás, está diseñado para vencer sólo a través del amor incondicional, nosotros, Sus hijos, debemos seguir ese mismo camino...

Aunque suenan simples estas palabras, nadie ha sabido que ellas demarcan la línea divisora entre la victoria y la derrota en la batalla entre Dios y Satanás. Si Dios viera a Satanás como su enemigo y decidiera vengarse de él, entonces Dios nunca estaría capacitado para llegar al pináculo de la victoria. Por esta razón Dios ha dicho: ama a tu enemigo; y ha venido practicando dicha estrategia de amor para vencer; las palabras “ama a tu enemigo” representan la cúspide de las enseñanzas de Jesús.

Es notable que Jesús, el hijo unigénito de Dios, enfrentara a Satanás y orara por él, a pesar de que Satanás estaba tratando de asesinarlo. Si Jesús, mientras moría colgado en la cruz hubiera dado lugar a cualquier sentimiento de malicia para con sus enemigos, la Providencia de Salvación hubiera dado un giro contrario a la Voluntad de Dios. Precisamente, gracias a que Jesús sobrepuso la muerte con el deseo de bendecir y amar a sus enemigos, Satanás se rindió inmediatamente.

Este es el camino para calificar como hijos e hijas eternos de Dios. Inclusive Satanás también lo reconoce así y firma su aprobación. Ustedes también podrán decir: Oye Satanás, ¿acaso no soy yo un hijo de Dios? A lo que él contestaría sí, tú eres un hijo de Dios.”
(La Unificación de Corea del Norte y del Sur y la Unificación del Mundo se logrará a través del Amor Verdadero" - Sun Myung Moon - 10 de febrero del 2000, Seúl, Corea.)

El “amor a los enemigos” no significa que seamos débiles, ingenuos o tolerantes del mal y las injusticias, ni que nos comprometemos con aquello que está mal. Ni siquiera significa que uno debe rechazar el principio de auto defensa, o ser un activista de la “no violencia” o “un pacifista”. Por ejemplo, si yo fuese un pasajero de un avión que acaba ser secuestrado por alguien que lo quiere usar para estrellarlo contra un edificio, como ocurrió el 11 de septiembre, sin lugar a dudas, lucharía a muerte y con todos los medios para detener a tal persona, para salvar a muchos de una muerte segura.

Si alguien está en error o comete graves equivocaciones en su vida debe ser corregido. Lo mismo para quien está enseñando cualquier doctrina perniciosa, debe ser ganada con argumentos, persuadida o convencida con razonamientos lógicos, con paciencia y sobre todo con amor y respeto hacia su persona por tener la dignidad de ser un hijo de Dios.

Nuestro valor original como hijos de Dios es intrínseco e inalienable, dicho en términos del Principio: cada persona es única, eterna, indestructible e irrepetible, un cuerpo individual de verdad en imagen, y nadie nos puede quitar ese valor, ni Dios mismo lo puede hacer y mucho menos Satán.

Tu puedes decirle a Dios: "Yo soy tu obra de museo. Soy el microcosmos del universo y aquí estoy como una persona universal. ¿Estas orgulloso de mi?" Dios definitivamente dirá: "Ciertamente que lo estoy y además en cierta forma te envidio. Yo soy invisible pero tu eres físico y puedes mirarte a ti mismo como universal. Y por eso exactamente es por lo que te creé" (SMM - LET US THANK GOD - May 29, 1977 - Belvedere, New York - Translator - Bo Hi Pak)

Se puede argumentar que eso es verdad como ideal, pero no es todavía una realidad en el mundo actual que está todavía inmerso en el proceso de la restauración. Sin embargo, que el ideal de la Creación Divina permanezca aún sin realizarse es irrelevante, in mi opinión, al hecho de que el estándar del Principio eterno, incambiable y absoluto de Dios está siempre presente operando en toda Su creación.

Por ejemplo, en la década de los cincuenta y sesenta en los EE.UU., la REALIDAD era que algunas leyes y conceptos permitían la discriminación y la segregación de los negros. Que los negros nunca antes hubieran experimentado todos los derechos garantizados por la Constitución es irrelevante al hecho de que esos derechos que se desprenden de su valor original eran, son y serán siempre intrínsecos e inalienables, sean o no sean reconocidos y respetados. La realidad presente o pasada, no significa que ellos eran inferiores o que tenían menor valor original que el resto de los ciudadanos americanos; o que su valor original se lograría o se recuperaría solamente después de que fuera reconocido por las leyes o por los demás, o por que llegaran a ser más y más restaurados gradualmente en un futuro.

El dividir y enfatizar demasiado la cuestión de quienes pertenecen a Dios o a Satanás nos conduce en último término a la falsa expectativa y creencia de que hay una diferencia ontológica y esencial entre las personas. Cuando en realidad la diferencia es sólo gradual y temporal - más o menos porcentaje de naturaleza caída (que no es otra cosa que nuestra naturaleza original distorsionada) o mayor o menor grado de unidad con Dios- dentro del proceso de nuestra restauración. En otras palabras restaurar es sinónimo de resucitar, recuperar, recrear, retomar, rehacer, reparar nuestro valor original perdido. En otras palabras recuperar nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios.

Cada átomo, cada cédula, y todo lo que somos física y espiritualmente tiene su origen y fue diseñado por Dios mismo, nuestro Creador, y funciona de acuerdo a sus Principios. Nuestros padres, no crearon ni diseñaron la complejidad de la vida, sólo son el instrumento para darnos el nacimiento y transferirnos el don de la vida que ellos mismos también recibieron de sus progenitores, hasta llegar a los padres de todos los padres, el mismo origen de la vida: DIOS. Por eso, el poder de la creación de los hijos viene directamente de Dios. Ningún ser humano, ni ángel son la fuente de la energía física o espiritual que crea la vida, ni tampoco son los creadores de los Principios matemáticos y absolutos que operan en todo lo que existe. Todo lo que los seres espirituales (así sean seres humanos vivos o muertos, extraterrestres, ángeles, demonios, o incluso el propio Satanás) pueden hacer es mal dirigir, mal usar o manipular todo aquello que ya está diseñado y creado por Dios, incluyendo el amor.

En noviembre de 1996, aquí en Montevideo, el Rev. Moon estaba dando una charla a algunas personalidades de Latinoamérica. El caminaba entre ellos desafiándolos y retándolos con varias preguntas. El Rev. Moon preguntó si alguien había logrado la unidad de mente y cuerpo, y podía con confianza afirmar que era un hijo de Dios. Un señor de Guatemala con mucha confianza levanto su mano, así que el Rev. Moon se le acercó y le repitió la pregunta. Esta persona le respondió que aunque a él le faltara unidad entre su mente y su cuerpo, él seguía siendo un hijo de Dios, y respondió al Padre: "si usted tiene un hijo incapacitado o rebelde, usted no puede decir que debido a su incapacidad o rebeldía, ha dejado de ser su hijo''

Quizá no sea una respuesta correcta desde el punto de vista de la restauración, pero si lo es desde el punto de vista del Principio de la Creación, como lo vemos en estas palabras:

"Dios es eterno. Dios es permanente, y El nunca cambiará su posición. Incluso después de la caída humana Dios no castigó a la humanidad permanentemente. Dios no dijo: 'Porque os habéis convertido en esa clase de pecadores degradados y caídos, vosotros y Yo no tenemos nada que ver el uno con el otro. No vengan a Mi; ya no soy más su Padre.' Dios nunca dirá eso. Dios todavía reconoce a la humanidad como sus propios hijos e hijas." (Rev. Moon. – God and the Building of the Kingdom of God - April 17, 1977 - Belvedere, New York - Translator - Bo Hi Pak)

El "hijo pródigo" nunca pierde su posición como el hijo de su Padre, por lo menos a los ojos del Padre. El puede olvidarse, dudarlo o incluso negar ese hecho. Su hermano puede enojarse e incluso negarle ese derecho por haber despilfarrado la herencia de su Padre con prostitutas, pero lo que cuenta es que a pesar de todas sus creencias y opiniones, él nunca va a dejar de ser el hijo de su Padre.

Precisamente, fue ésta fuerte convicción, la que permitió a Jesucristo superar todas las traiciones, abandono y tormento que sufrió; y a pesar de todo poder perdonar y seguir amando incondicionalmente a sus enemigos.

En términos religiosos, tampoco es realmente muy exacto o preciso, ni muy caritativo en esta época de globalización y reconciliación, la era del Testamento Completo, el tratar de dividir drásticamente a la gente en "salvados" y "condenados", "elegidos" y "no elegidos o infieles", "bendecidos" y "no bendecidos", "hijos de Dios" e "hijos de Satanás".

Además, cuando decimos "elegido" "salvado" "bendecido" "abel" "del linaje de Dios" tenemos necesariamente que preguntar ¿para qué? La respuesta debe ser: "elegido" "salvado" "bendecido" "abel" "del linaje de Dios" para sacrificarse y amar incondicionalmente a los "no elegidos o infieles" a los "condenados" a los "no bendecidos" y a los que pertenecen al "linaje de Satanás". Porque sin esa unidad de corazón, la reconciliación entre esas dos categorías, creadas por aquellos que gustan de usar esa terminología o clasificación, terminaría en un fracaso para ambos.

Junto con Dios, debemos considerar a cualquier persona parte de nuestra familia humana. Por consiguiente, intentaremos entender sus puntos de vista, en lugar del atacar, juzgar, o criticar a la persona, aunque no estemos de acuerdo con lo que esa persona dice o hace. No buscamos la reparación por las dificultades que resultaran de sus palabras. Tal persona no es nuestra enemiga, pero un amigo o amiga potencial, un hijo o una hija, un marido o esposa, un padre o una madre, y nuestro hermano o hermana.

Estamos listos a cuidar de los problemas sin resolver y nos gustaría que tal persona fuera parte del proceso de reconciliación. Como una familia somos responsables por la restauración de todos los problemas del pasado. Y como siempre, a través de nuestro amor y oración a Dios, podemos cargar con esta gran responsabilidad y podemos superar todos los desafíos en el camino. El verdadero amor nos da la fuerza para ir más allá del pasado y crear un nuevo futuro.

En este tiempo se deben abandonar las viejas tácticas de endemoniar y deshumanizar a los enemigos y verlos sólo como meros instrumentos del mal o de Satanás. Es contraproducente. La tarea a la que todos tenemos que enfrentarnos para transformar este mundo de vicios en uno de virtudes, comienza con nuestro propio cambio interior y personal.

El obispo ortodoxo griego, Kallistos Ware, lo expresó y analizó elocuentemente:

"Un aspecto esencial para resguardar el corazón es la guerra contra las pasiones. Por pasión se entiende cualquier apetito o anhelo desordenado y compulsivo que violentamente toma posesión del alma como: enojo, celos, glotonería, avaricia, lujuria, orgullo y demás. Nuestro objetivo no es eliminar las pasiones sino el dirigir su energía. Convertir la rabia desenfrenada en la indignación virtuosa y justa, los celos rencorosos en el celo por la verdad, la lujuria sexual en una sexualidad sana (eros) que es pura en su fervor. De esa forma, las pasiones no serán destruidas sino que serán purificadas, serán educadas y no erradicadas; se usarán positivamente y no negativamente. Animamos a no suprimir las pasiones sino a transformarlas, canalizarlas, sublimarlas".

Ningún aspecto básico del carácter humano es esencialmente malo. El bien y el mal son un asunto de dirección. Cuando los deseos de nuestra naturaleza original están mal dirigidos originan nuestra "naturaleza caída", básicamente egoísmo. Por esta razón, las causas o raíces de nuestra mala conducta resultan ser la inversión de las principales fuerzas para la bondad.

En el camino de nuestra restauración o perfeccionamiento, solo el verdadero amor puede hacer posible que todas nuestras actitudes, deseos y pasiones desviadas que nos conducen a actos egoístas y malos, puedan ser convertidas, purificadas y canalizadas positivamente en actitudes, deseos, pasiones y acciones virtuosas, buenas y altruistas. En pocas palabras, el verdadero AMOR gradualmente transforma Vicios en Virtudes.

El padre jesuita Pierre Teilhard de Chardin esperando esa transformación positiva de la humanidad que será generada por la fuerza del amor verdadero, dice: "El día vendrá cuando después de manejar el espacio, los vientos, las mareas y la gravitación, podremos manejar las energías del amor. Y en ese día, por segunda vez en la historia del mundo, habremos descubierto el fuego."

Tenemos que convertirnos en esos doctores del espíritu con la sabiduría y habilidad necesaria para transformar o revertir fuerzas mal dirigidas que crean nuestra naturaleza caída en fuerzas dirigidas al bien con las que restauramos y recuperamos nuestra naturaleza original buena, en lugar de ser meros jueces o acusadores, nos convertiremos en verdaderos Hijos de Dios con el corazón de verdaderos padres.

Sobre este fundamento podríamos cumplir estos difíciles consejos que nos ofrece el Rev. Moon para lograr la reconciliación por medio de matrimonios interculturales y entre pueblos con resentimientos históricos: "El significado más profundo y último de amar al enemigo es cuando los hijos del lado de Dios se casan con los hijos de lado de Satanás. Así Dios y Satanás serán bendecidos y unidos, nunca más habrá luchas. Cuando el enemigo viene, cuando Satanás viene, si pueden casarse con el, si los hijos del lado de Dios y los hijos del lado de Satanás se casan, una vez que hay un matrimonio entre los hijos de los enemigos, una vez que los enemigos del lado de Dios y los del lado de Satanás son bendecidos y ya no hay más luchas. No heredarán el mundo de luchas. Los padres que son enemigos a menudo quieren casar a sus hijos incluso aunque entre ellos estén luchando. Es su mente original. Este es el único camino. ¿Cual es el mejor camino? Amar al enemigo.

El Padre Celestial ha enviado a su hijo. ¿Como podemos resolver esta lucha continua? Sólo hay una forma: cuando el Padre Celestial escoge como yerno o nuera para sus hijos de entre los hijos satánicos, y El los ama más de lo que Satanás los ama. Sólo así la lucha desaparece. Ese amor es Amor Verdadero. Sólo eso termina con las luchas. ¿Recordáis que he bendecido a santos y sabios al mismo tiempo que a los malvados? Lo hice porque vengo como una mente paternal que quiere liberar a toda la humanidad. Por eso los he bendecido. La única forma de acabar con la lucha entre blancos y negros es a través de casarlos en matrimonio juntos, cuando padres blancos traen a su hijos de la comunidad negra y los aman. Para lograr esto, necesitamos seguir con fe, amor y obediencia absoluta"...
(SMM - 21 de mayo de 2000 - Centro de Entrenamiento Internacional de Belvedere - Traducción simultánea del Dr. Chang Shik Yang - notas extraoficiales de Tyler Hendricks)